
Cuando se aborda la expresión arquitectura minimalista se hace necesario referirse la minimal art, movimiento de escultura contemporáneo surgido en los sesenta en Estados Unidos como reacción a una serie de presiones en el ámbito cultural y social específicos, y especialmente como respuesta crítica al escenario formulado por los movimientos artísticos del expresionismo abstracto, el pop y el op art de aquel entonces. Así, la variada producción artística que aglutinaba un cúmulo de investigaciones de signo radical y desafiante nació con la pretensión de conseguir la máxima tensión usando el mínimo de medios, se trata de un arte que genera formas entendibles desde sí mismas y dirigidas directamente a la mente del observador.
En términos generales, el minimalismo se fundamenta en un proceso de reducción de la arquitectura en sus conceptos básicos de espacio, luz y forma, más que en mecanismos de sustracción, negación o ausencia del ornamento o en un canto al puritanismo.
Sin embargo, una lectura superficial de esta idea puede llevar a fijar una apariencia predeterminada y a establecer una serie de convenciones (como es el caso del monocromatismo blanco o el culto al vacío) que simplifican enormemente la complejidad del término minimalism y dan paso a su introducción universal en cualquier contexto cultural. A diferencia del minimal art -con su carga crítica sobre lo preestablecido- , la arquitectura minimalista -carente de teorización o de ideología social- se ofrece como un apéndice o continuación de algunos aspectos de la arquitectura moderna con abstracciones formales extremas y se presenta como herramienta de uso extendido en la práctica arquitectónica actual, dando ejemplos de riguroso y sofisticado nivel en el acabado de los materiales y pulcritud tecnológica, con un intenso diálogo con el lugar donde se ubica, hasta llegar a transformarlo y darle una nueva identidad, y buscando asimismo la unidad a través de la repetición como garante de su calidad.H. Kliczkowski (2004)