Redacción BBC News Mundo
05/26/2019
Acrópolis hay varias,
pero ninguna como la que se construyó en el lugar en el que los atenienses
vencieron a un tirano y empezaron a crear la primera democracia del mundo.
En esa colina sagrada ubicada en el centro de Atenas, los
hábiles arquitectos Calícrates e Ictino, bajo la dirección de Fidias -el mejor
escultor de la antigüedad, creador de la estatua de Zeus en Olimpia, una de Las
Siete Maravillas del Mundo Antiguo- hicieron realidad en el proyecto del general y estadista Pericles.
Sobre la devastación dejada por los persas se alzaron los
hermosos y simbólicos monumentos que, a pesar de los azotes de la historia, aún
podemos ver hoy en día.
Aunque construidos con el exquisitamente blanco mármol
pentélico, extraído a 16 kilómetros al noreste de Atenas, miles de obreros,
artesanos y artistas lograron completar la
increíble obra en solo cinco décadas del siglo V.
Un complejo de templos con un poderoso mensaje: el
barbarismo había sido derrotado por la civilización, cuyo corazón latiente
estaba en la acrópolis de Atenas.
Image caption Por todo lo que hizo por la ciudad, el
historiador Tucídides llamó a Pericles "el primer ciudadano de
Atenas".
Los propileos, las antiguas entradas a la Acrópolis,
dirigían tu vista hacia abajo hasta llegabas a la cima, para que, al
levantarla, te sorprendiera uno de los
edificios más importantes de la historia de la humanidad.
El Partenón
La primera impresión es que estás frente al epítome del
orden y la simetría. Sin embargo, si lo miras más de cerca, es aún más
impresionante.
Fue diseñado de una manera gloriosa y sinuosa: cada una de
sus 46 columnas se curva y luego se estrecha casi imperceptiblemente hacia dentro
a medida que se eleva.
Aunque las modificaciones son minúsculas, no hay verticales
u horizontales verdaderas en el edificio, y por lo tanto no hay ángulos rectos. Esos refinamientos imparten una sensación de
movilidad a las líneas 'rectas' y evitan que el edificio parezca una simple
caja.
Es ese truco arquitectónico el que le da al Partenón su
gracia y su poder, y crea la ilusión de un templo alzándose eternamente hacia
los cielos.
Precisamente proporcionada, maravillosamente construida sin
mortero ni concreto, sino con abrazaderas de hierro revestidas con plomo para
resistir la corrosión, la magnífica estructura es una asombrosa combinación de conocimientos técnicos y grandiosidad.
El pequeño gran vecino
Mientras que el Partenón es famoso por su simetría, su
excéntrico vecino es el edificio más
asimétrico de la antigua Grecia.
Es un templo más pequeño y a menudo pasado por alto a pesar
de que no es menos significativo.
De hecho, es uno de
los más importantes de la antigua Grecia.
Hoy en día lo conocemos como el Erecteón, pero en la época
antigua era conocido sencillamente como "el edificio donde está la estatua
de Atenea".
Lo intrigante es que no tiene frente, dorso ni lados claros;
es más, sus cuatro lados se pueden ver como puntos focales, casi como si estuviéramos mirando cuatro
edificios, no uno.
Parece una colección de diferentes pedazos de arquitectura arrumados sin pies ni cabeza.
¿Por qué lo diseñaron así?
Razones de gran peso
Las razones le serían familiares a los constructores de ayer
y hoy en las tantas ciudades con capas de historia e identidad enterradas bajo
sus suelos.
En el caso de estos antiguos griegos, el terreno y la
cultura imponían restricciones.
No sólo tenían que respetar las creencias propias y del
resto de los ciudadanos, sino cuidarse
de no provocar la furia de los dioses del Olimpo.
Removiendo, con la ayuda de la tecnología de escaneo 3D, el
Erecteón, es más fácil ver con qué estaban lidiando.
Eso es lo que hizo la BBC para la serie documental
"Ciudades invisibles antiguas: Cairo, Atenas y Estambul".
El terreno
El terreno sobre el que construyeron el Erecteón era muy ondulado.
Del lado sur hacia el norte, hay una caída de al menos 3
metros.
Así que el emplazamiento mismo imponía restricciones.
El rayo
El nombre del templo hace honor a Erecteo, un mítico rey de
Atenas.
Se dice que murió ahí donde está el templo, cuando le cayó
un rayo que tiró Zeus, el rey de los dioses.
No extraña que los antiguos arquitectos griegos dejaran el
hueco en el techo y en el piso que dejó ese
rayo tan divino que mató a Erecteo.
Pero esa no fue la única divinidad a la que tuvieron que
tener en cuenta.
El olivo
El templo se yergue sobre un sitio crucial para la mitología
ateniense: el lugar de combate entre los
dioses por convertirse en la deidad patrona de la ciudad.
Poseidón, el dios del mar, y Atenea, la diosa de la
sabiduría, se enfrentaron.
Poseidón golpeó las rocas con su tridente y produjo agua
marina de la nada.
Atenea respondió plantando un olivo cerca del agua.
El rey de Atenas que estaba juzgando el duelo decidió que un
árbol que producía aceitunas sería más
útil para su pueblo que un pozo con agua de mar, así que declaró la
victoria de Atenea.
Y ese olivo, un regalo de una diosa para los atenienses,
impedía extender el templo.
El héroe
A su derecha se alcanzan a ver 3 de las 6 damas erguidas en un porche que sobresale en la fachada sur del
templo.
Se trata del pórtico de las Cariátides y también fue
construido sobre tierra sagrada.
Sería fácil pensar que las cariátides están ahí haciendo la
vez de columnas que sostienen el entablamento, pero sus razones son otras: son
las guardianas de algo mucho más importante.
Debajo de sus pies, en las profundidades, está la mítica tumba del rey que fundó Atenas,
Cécrope.
Así que la misión para toda la eternidad de esas bellas
damas es hacerle ofrendas al legendario héroe.
Excéntrico pero ingenioso
Los monumentos de la Acrópolis se han convertido en símbolos
de la ciudad que le dio al mundo la democracia, pero para los antiguos
atenienses eran sitios sagrados para el
culto religioso.
Un pequeño pedazo de tierra tocado por los dioses, rodeando
un árbol plantado por Atenea y contiene la tumba de un legendario rey: tres
lugares sagrados unidos alrededor de un templo central que contenía santuarios
y reliquias de Atenea y muchos otros dioses.
Cuando tomas en cuenta todos estos factores, el templo se convierte en una solución
ingeniosa a un problema.
El Erecteón deja de ser el vecino excéntrico del Partenón y
pasa a ser un excelente ejemplo de lo que los atenienses podían lograr con sus
conocimientos, tecnologías y creatividad.